2020 ha sido un año particularmente difícil. La emergencia sanitaria no ha sido el único evento disruptivo que han tenido que afrontar las organizaciones en todo el mundo, pero aquellas que tenían un plan de continuidad de negocio pudieron sobreponerse mucho más rápido y con menor impacto que las que no estaban preparadas para ello.
El plan de continuidad de negocio es la bitácora de vuelo que permite continuar en la ruta correcta, aun cuando sucedan cosas que impidan la correcta operación. Es, en otras palabras, el plan B, para cuando todo ha fallado. Es la última línea de defensa en gestión de riesgos.
Tanto la evaluación del riesgo cuantitativa como la cualitativa son procesos imprescindibles para lograr modelos de gestión de riesgos maduros y confiables. Pero, a pesar de la importancia de estos dos tipos de evaluación, cada uno en su momento, la evaluación del riesgo cuantitativa es en ocasiones obviada o dejada de lado.
Esto se debe a que la evaluación del riesgo cuantitativa tiene un uso más limitado, debido al alto requerimiento de datos para realizarla, a diferencia del análisis cualitativo que, finalmente, solo requiere recolectar opiniones o percepciones. Pero también es cierto que muchos profesionales no acogen la evaluación del riesgo cuantitativa solo por desconocimiento.
El método de resolución de problemas 8D fue ideado y aplicado por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no fue hasta la década de los ochenta del siglo pasado cuando Ford Company perfeccionó el modelo y masificó su uso.
El método de resolución de problemas 8D, también conocido como 8 dimensiones u 8 disciplinas, describe un proceso de ocho pasos que deben seguirse para resolver un problema de forma metódica y eficaz.
La comunicación de riesgos a la alta dirección de una organización es una responsabilidad exigente y cada vez más esencial. Corresponde a los profesionales en gestión de riesgos, que deben encontrar formas creativas y eficaces para cumplir con esta asignación. Esto es así porque los riesgos y su gestión deben ser considerados en el desarrollo de estrategias y proposición de objetivos, pero también resultan ser inconvenientes que no siempre quieren ser escuchados.
El apetito de riesgo de las organizaciones es un concepto bastante nuevo, lo cual hace que todavía resulte un poco confuso para muchos. Lo cierto es que la gestión de riegos moderna no puede prescindir de este concepto y es importante que cada organización publique una declaración oficial sobre el tema, de tal forma que exista un entendimiento común en todos los niveles y en todas las áreas de la misma en cuanto a la visión que debe aplicarse en esta materia.
La planificación estratégica es esencial para los profesionales del área de riesgos. Sin embargo, el riesgo en la planificación estratégica no siempre es tenido en cuenta o es solo considerado de forma parcial, sobre todo cuando los recursos no son suficientes y es preciso competir con otras áreas por una porción del pastel.
Incluir el riesgo en la planificación estratégica implica adoptar un pensamiento analítico que agregue valor al proceso y ayude a mejorar la gestión de riesgos. Y tambiénsignifica basarse en las mejores prácticas reconocidas internacionalmente. Hacemos referencia a las 3 que consideramos más efectivas.
El análisis de decisiones es un enfoque sistemático, cuantitativo y visual para abordar y evaluar las elecciones importantes que afrontan las organizaciones en diferentes áreas, pero especialmente en gestión de riesgos.
También podríamos definir el análisis de decisiones como un proceso estructurado para seleccionar entre acciones que tienen resultados inciertos. Pero lo más importante es entender que este modelo no se basa exclusivamente en números sino que admite factores humanos de evaluación.
Hasta hace algunos años un profesional de riesgos efectivo era aquel que contrataba las pólizas de seguros adecuadas para transferir las pérdidas a otra organización. Hoy las cosas son un poco más complejas. Este profesional debe mejorar y desarrollar sus habilidades y conocimientos, mantenerse al día con las regulaciones y estar a la vanguardia con los estándares internacionales como ISO 31000.
La gestión de riesgos busca minimizar o eliminar aquellos riesgos que amenazan cumplir con los objetivos de negocio. Pero, ¿qué hacer con los riesgos inevitables? Este tipo de riesgos no pueden evitarse o bien eliminarlos supone limitar en alto grado la capacidad operativa del negocio, por lo que ello no representa una verdadera opción.